Mi hijo vivió la muerte de su tía (enferma de cáncer. Fue la primera vez que afrontaba una muerte) a los siete años. La de su abuela con 13. Yo me operé de un tumor grave cuando tenía 4 años y estuvimos separados (su padre y yo) de su lado durante 10 días.
En cada caso experimentó reacciones diversas. Basándome en esos hechos y adaptándolos al caso de Juan y con los conocimientos adquiridos después del vídeo entiendo que mis pasos intentarían ser los siguientes:
1- en este caso de muerte repentina entiendo que sí pueden existir momentos (ausentarse del duelo durante unas horas, por ejemplo) para explicarle qué ha pasado. Sobre todo porque hay un cambio de conducta y hábitos inesperados que no entenderá (faltar al colegio o clases extraescolares o actividades de ocio…). Para evitarle mayor confusión y según con la persona que se haya quedado (puede ser un familiar no cercano o una vecina, etc) necesitará antes esa explicación.
2.- Le diría que ha pasado un hecho importante relacionado con la salud de su tío y que se lo voy a contar. Qué me diga donde le gustaría que se lo contara pero que fuera un sitio tranquilo para que no nos molestaran otras personas. Personalmente me gustaría que fuera un lugar neutro para que no relacionara el concepto muerte con ningún sitio suyo personal (en este primer momento que vive de súbito). Le diría que ese problema de salud ha sido causado por un accidente de tráfico y que su tío ha muerto, es decir, que su cuerpo ha dejado de funcionar. Qué a veces los accidentes tienen esas consecuencias y que se llaman accidentes porque nadie tiene la culpa de que ocurran (le pondría un ejemplo de algún accidente escolar o casero que le hubiera pasado a él pero que no había sido tan grave. La finalidad es que entendiera que un accidente le puede pasar a cualquiera y que su resultado puede ser más o menos fuerte). Que el cuerpo de su tío no lo veríamos más pero a él sí a través de fotos, de vídeos, recordando las cosas graciosas de él y con él y que mientras lo recordáramos siempre estaría con nosotros. Dejaría muy claro que cuando un cuerpo ya no funciona ya no siente nada ni nada le duele ni le pica ni le hace cosquillas ni le duele la cabeza ni nada le molesta. Y que cuando tenga ganas de abrazarlo pues cogeremos un cojín o almohada (de su tío o de él) y que lo abrazaríamos junto con una foto suya que nos gustara mucho. Qué todo lo que sintiera en ese momento es normal y que nos pasa a todos, algunos lloramos, otros no hablamos, otros nos enfadamos…porque esas despedidas no suelen gustar. Pero después, más adelante, cuando ya estemos más tranquilos hablaríamos de todas sus dudas cuando quisiera.
Que haremos lo que él quiera en ese momento: ir a ver el cementerio que es un lugar muy tranquilo, con césped o plantas, y pasear por él para que vea donde va a ir el cuerpo de su tío (si es un día que no llueva), ir a verle al tanatorio donde podemos verle un ratito más aunque ya sabemos que no hablará porque no funciona (cómo a algunos muñecos suyos que se estropean y no tienen solución), quedarse en casa y buscar fotos o estar tranquilo o lo que él prefiera en ese momento (incluso comer, darle algún capricho de lo que le guste comer, dibujar, ver la tv, etc). Dejar que exprese cualquier emoción. Acompañarlo todo el tiempo que sea posible.
Después del entierro y si ha ido, hablar del sitio tan tranquilo (demasiado con lo que a tu tío le gustaba la música…pero vendremos a ponerle sus canciones favoritas; qué bien va a estar con lo que le gustaba pensar en silencio, ahora estará encantado…). Posiblemente pregunte que si su cuerpo no funciona cómo va a pensar eso y yo le diría “pues es verdad pero si existe otro mundo para los muertos pues ahora estará pensando en eso”. Ahí entraría a explicarle que es eso del otro mundo: algo que solo conocen los muertos y que nosotros no sabemos como es. Y sólo cuando nos muramos lo descubriremos (pero no podemos buscar morir porque entonces no nos dejan ir a ese mundo -para evitar que intenten “morirse”).
Si ha decidido no ir pues al llegar a casa preguntarle como está, qué ha hecho y cómo se lo pasado y si nos hace preguntas respondedle aunque estemos mal (porque ya le hemos explicado antes que esas reacciones son normales al principio y que estamos tranquilos porque se irán en algún momento).
Si me pregunta cuando voy a morir le diré que eso es un misterio para cada persona y que solo podemos esperar que llegue el momento para descubrirlo. Que yo no tengo curiosidad por descubrirlo pero que cuando llegue – que seguramente será cuando él sea muy mayor y tenga su familia- yo estaré tranquila porque él tiene familia para cuidarle con muuucho cariño: titos, abuelos, papá, amigos… Qué no se preocupe de esos misterios porque ya sabe que estaré bien y sin dolor y que tenemos muchas aventuras por vivir…reírnos y pasarlo bien.
Decirle que puede haber días que quiera hablar de su tío y que puede hacerlo las veces que quiera porque eso es normal y a mí también me pasará y lo resolveremos juntos porque somos equipo para los días alegres y los tristes o enfadados…